Una gran temporada que no se ha reflejado todo lo que debería en los resultados pero sí en las sensaciones y actitud de todas nuestras chicas.
Y es que empezaba un año con una plantilla nueva, y con muchas taras a nivel de conceptos y confianza. A lo largo de la pretemporada y de la primera fase, el crecimiento individual se alcanzaba poco a poco, pero nos hacía mucha falta entender el concepto de equipo y apoyo de unas con otras. Las derrotas empeoraban los entrenos por que no éramos capaces de ver las partes positivas de nuestro esfuerzo y la motivación era algo que escaseaba.
Tras esto apareció el partido en el que, habiendo perdido, vimos que salía a relucir la actitud guerrera y competitiva que buscábamos desde hace semanas, sentimos que estábamos creciendo y que todas éramos equipo. En la vuelta de la primera fase mejoramos los resultados y con esto las ganas de seguir trabajando día a día.
Tras la pausa de navidades, apareció una versión nuestra mucho más ambiciosa y trabajadora, donde todas se dejaban la piel entrenando y, aún que a veces hubiera despistes y malas rachas, siempre supieron encauzarse y seguir mejorando.
En la segunda fase fuimos muy irregulares, tuvimos momentos de ser un gran equipo donde todas querían ser importantes y donde todas se esforzaban al máximo, pero también tuvimos momentos en los que nos dejamos vencer por el miedo al error y en los que no fuimos ambiciosas.
Todo este conjunto de rachas culminó con buenos resultados y buenas sensaciones, lo cual dota de mucho mérito a estas chicas que entreno tras entreno han trabajado duro y han conseguido crear lo que es realmente un equipo.
Personalmente decir que ha sido todo un placer guiar a nuestras chicas en un proceso de aprendizaje y de superación, donde he obtenido de ellas una respuesta increíble que me enorgullece y me hace ver que todo aquello que hemos trabajado ha dado sus frutos, tanto deportivamente como moralmente.
Por: Lucía Herrero