Por: Jorge García – Lucía Herrero
Afrontamos la temporada con un objetivo claro, queríamos dar el paso al frente que nos permitiese conseguir mantener plaza en N2 por méritos propios cosa que hasta ahora en categorías anteriores se nos resistía.
Los primeros actos nos demuestran que teníamos que trabajar duro para conseguirlo ya que nos faltaba mucho ritmo para aguantar un partido entero el ritmo requerido por dicha competición.
De lunes a viernes, nos ponemos el mono de trabajo y durante el año ( 20 jugadoras han llegado a debutar en Cadete A) vamos dando pasos al frente que pronto se hace notar, y esto nos lleva a una primera fase eterna ( por capricho del Estado social que vivimos) que a pesar de idas y venidas nos dan el objetivo principal de una manera autoritaria con un colofón final ganado de 20 un partido contra un equipo que hace un año nos cerraba acta.
Subidón de adrenalina y nos lleva a una fase de premio para nosotras y que debíamos utilizar como el espejo en el que nos debemos mirar para ganar conciencia de que es lo que nos queda para dar un paso más competitivo.
Lo que en los primeros meses fue un camino de Rosas, ahora estaba lleno de espinas y debíamos correr por el sin pincharnos… Bien es cierto que los destellos que hemos visto si echamos la vista atrás parecía imposible verlos, pero desde dentro hay que ser conscientes que el nivel es mayor del que nosotras mismas creíamos, por lo que sin dejar de premiar el cambio en cuanto a actitud del Grupo, debemos querer seguir derribando barreras en un futuro.
Creo que es un año que ha servido para que cada jugadora se conozca mejor, y sobre todo para que en su mayoría el baloncesto haya subido un escalón en la escala de valores de cada uno, si esta sensación es cierta puedo decir bien alto que puedo sentirme orgulloso.
Y estos destellos mencionados deben sellarnos en la frente la frase siguiente: esto no ha hecho más que empezar.